Posible comienzo de un cuento inexistente
No relataré los pormenores de la anécdota.
No relataré la anécdota.
No relataré nada.
a Constanza que gusta perder sus dedos tibios en mi barba longeva... a Candida siempre tan llena de riberas, de arenales...
20/10/09
Recuerdo que me enamoré de vos en la esquina de la iglesia donde hacías esa majestuosa vertical. Yo te miraba el ombligo blanco como una paloma y pensaba que eso era el mundo, “tu ombligo”, ese lugar secreto donde podían caber tantos besos como tormentas o infiernos. Pero mi boca de gatillo fácil nunca supo dispararle a tu corazón de figurita difícil.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)